FUENTE: LA VANGUARDIA
El cambio de Gobierno en España abre la puerta a la transición energética reclamada por amplios sectores. El diagnóstico de los expertos es que la situación energética en España es insostenible. En la actualidad, el 83% de la energía depende del exterior, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 4,5% el año pasado y, mientras tanto, sigue el parón en la instalación de nueva potencia renovable (que dura desde el 2013), fruto de la nula apuesta de los anteriores gobiernos por estas tecnologías.
Como resultado de todo ello, España ha perdido el liderazgo que mantuvo tanto el desarrollo de las energías renovables como en la creación de un tejido industrial del sector hasta el 2010. “Es imprescindible que España se sume a la senda de los estados que están capitaneando la transición energética en la Unión Europea. Es posible alcanzar un objetivo más ambicioso en materia de renovables, eficiencia energética y reducción de emisiones”, indica Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables.
1. Ley de cambio climático
Muchas voces reclaman que no se retrase más la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que debe servir para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con el Acuerdo de París contra el calentamiento (2015). La redacción de esta ley fue una promesa de la ex ministra Isabel García Tejerina (en el 2016), pero el Ejecutivo del PP la retrasó varias veces en medio de las discrepancias internas.
La previsión es que la nueva ley incorpore objetivos para recortar las emisiones de gases para cada uno de los ámbitos sectoriales (energía, transporte, industria, agricultura o residuos…), a corto, medio y largo plazo (2020, 2030 y 2050). España debe dotarse de una estrategia (con la correspondiente senda) para lograr la plena descarbonización de la economía para mitad del siglo.
2. Retirar el ‘impuesto al sol’
“Debe eliminarse el impuesto al sol y simplificarse los procedimientos administrativos para las instalaciones de autoconsumo”, recalca Jorge Fabra de Labra, director general de la empresa Geoatlanter. La modificación de la actual regulación española del autoconsumo es un clamor social. La energía fotovoltaica mediante autoproducción es ya una opción factible y viable económicamente, muy competitiva respecto a las fuentes tradicionales. Sin embargo, el Gobierno penalizó esta alternativa con el denominado impuesto al sol, una carga para las instalaciones de más des 10 kW que puede desalentar las inversiones en este campo.
El cambio de Gobierno en España abre la puerta a la transición energética reclamada por amplios sectores. El diagnóstico de los expertos es que la situación energética en España es insostenible. En la actualidad, el 83% de la energía depende del exterior, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 4,5% el año pasado y, mientras tanto, sigue el parón en la instalación de nueva potencia renovable (que dura desde el 2013), fruto de la nula apuesta de los anteriores gobiernos por estas tecnologías.
Como resultado de todo ello, España ha perdido el liderazgo que mantuvo tanto el desarrollo de las energías renovables como en la creación de un tejido industrial del sector hasta el 2010. “Es imprescindible que España se sume a la senda de los estados que están capitaneando la transición energética en la Unión Europea. Es posible alcanzar un objetivo más ambicioso en materia de renovables, eficiencia energética y reducción de emisiones”, indica Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables.

1. Ley de cambio climático
Muchas voces reclaman que no se retrase más la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que debe servir para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con el Acuerdo de París contra el calentamiento (2015). La redacción de esta ley fue una promesa de la ex ministra Isabel García Tejerina (en el 2016), pero el Ejecutivo del PP la retrasó varias veces en medio de las discrepancias internas.
La previsión es que la nueva ley incorpore objetivos para recortar las emisiones de gases para cada uno de los ámbitos sectoriales (energía, transporte, industria, agricultura o residuos…), a corto, medio y largo plazo (2020, 2030 y 2050). España debe dotarse de una estrategia (con la correspondiente senda) para lograr la plena descarbonización de la economía para mitad del siglo.
2. Retirar el ‘impuesto al sol’
“Debe eliminarse el impuesto al sol y simplificarse los procedimientos administrativos para las instalaciones de autoconsumo”, recalca Jorge Fabra de Labra, director general de la empresa Geoatlanter. La modificación de la actual regulación española del autoconsumo es un clamor social. La energía fotovoltaica mediante autoproducción es ya una opción factible y viable económicamente, muy competitiva respecto a las fuentes tradicionales. Sin embargo, el Gobierno penalizó esta alternativa con el denominado impuesto al sol, una carga para las instalaciones de más des 10 kW que puede desalentar las inversiones en este campo.
“La normativa española sobre autoconsumo con fuentes renovables es la más restrictiva del mundo. No es que no se puedan hacer nuevas instalaciones, sino que es muy difícil llevarla a cabo”, resume dice Jorge Morales. Cualquier modelo de energía descentralizado exige esta modificación legal. El plan para suprimir el impuesto queda recogido en la proposición de ley presentada recientemente por los grupos del Congreso que apoyaron a Pedro Sánchez en la moción de censura (y que cuenta con el apoyo de 180 parlamentarios).

3. Impulso a las renovables
España no tiene garantizado que en el 2020, el 20% de la energía sea renovable, como le exigen las actuales directivas europeas. En el 2017, estaba en el 17,3%, según los datos de Eurostat (la agencia de estadística europea). Se han paralizado los proyectos de nuevas instalaciones de energía limpia entre el 2013 y el 2018 (eólica, fotovoltaica…), y se han recortado drásticamentelas ayudas a las centrales en funcionamiento. El resultado es que España, en los últimos, ha perdido el liderazgo mundial que mantuvo hasta el 2010. Sin embargo, los costes de generación con fuentes renovable han caído drásticamente los últimos años y ya no son necesarias las primas para su impulso.
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